martes, 11 de noviembre de 2008

Quizas

Apoyando mi frente calurosa
en el frio cristal de la ventana,
en el silencio de la oscura noche
de su balcon mis ojos no apartaba
En medio de las sombra misteriosa
su vidriera lucia iluminada,
dejando que mi vista penetrase
en el puro santuario de su estancia.
Palido como el marmol, el semblante,
la bolnda cabellera destrenzada,
acariciando sus sedosas ondas,
sus hombros de alabastro y su garganta,
mis ojos la veian, y mis ojos
al verla tan hermosa se turbaban.

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